Este es el primero de los documentos donde Tesla se lanza abiertamente a hablar de ciencia y tecnología. Y no fue sorpresa para los analistas que, precisamente, la energía fuera el tema escogido por el serbocroata. No en vano, Tesla “[…]estaba convencido de que debería haber alguna manera de aprovechar toda la tremenda energía que existe en la naturaleza en todas y cada una de sus formas, de una manera absolutamente limpia y gratuita”.
También es uno de los primeros documentos donde Tesla disfruta citándose, algo que terminará siendo una constante en futuros archivos, aunque en este caso hay que reconocer que lo hace atinadamente, ya que pocas veces nuestro protagonista se ha mostrado tan visionario como en su famoso ensayo “El problema de aumentar la energía humana” (Century Magazine. Junio de 1900), citado reiterativamente a lo largo del documento.
En este ensayo, Tesla advierte de la futura necesidad de buscar fuentes de energía no limitadas: «[…]Deberíamos ser capaces de obtener la energía que necesitamos sin consumir materia»; para posteriormente defender la necesidad de investigar en energías “naturales”, especialmente la eólica: «[…]En contra de la creencia popular, la energía que se puede obtener del viento es bastante considerable»; la geotérmica: «[…]utilizar el calor contenido en la tierra, el agua o el aire»; y, por supuesto, la solar: «[…]servirnos nosotros mismos de los rayos del sol, que golpean la tierra innecesariamente», Y ya de paso lanza un órdago dirigido así mismo: «El hombre que lograra frenar este gasto sin sentido sería un gran benefactor de la humanidad» En cualquier caso, y como el propio Tesla no duda en señalar: “todo parece una conclusión extraída de la actual crisis energética”.
Pero, sin duda, una de las frases que más ha llamado la atención de los analistas de este teslablog suena a lamento: “[…]reconozcámoslo, a día de hoy, las energías renovables ni son tan renovables ni pueden competir con los sistemas tradicionales”, algo que suena desazonador pronunciado de sus labios, pero que no carece de cierta razón. Como Dawn Stover recalca en su fantástico artículo “El mito de las energías renovables” (Stover 2011), la energía solar podrá ser inagotable y limpia, pero no lo es el silicio de las células fotovoltaicas, ni el cemento y el acero con el que se construyen los aerogeneradores empleados en los parques eólicos, por citar solo un par de ejemplos.
Con este panorama, en el fondo es lógico que el maestro de la energía decida volcarse en soluciones energéticas de futuro, en nuevas propuestas radicales y de frontera, aunque solo sea para evitar “¡la ruina de la civilización occidental! Tal y como la conocemos”.