Tesla y la electricidad inalámbrica – Parte II: La torre Wardenclyffe.
Mucho se ha escrito sobre Tesla y la torre Wardenclyffe. Incluso el propio inventor se muestra más generoso de lo habitual a la hora de detallar su historia en este teslablog, que como él mismo confiesa: “va a ser un poco nostálgico” (y hasta cierto punto, también liberador).
Poco más vamos a decir acerca de una historia sobre la que los analistas están unánimemente de acuerdo en que reúne –como el resto de la vida de Tesla– todos los elementos del mejor drama americano: un héroe solitario, un sueño inalcanzable, un malvado poderoso, y una explosión final (la que derrumbó la torre en 1917 por orden del gobierno). Recomendamos una vez más la lectura del definitivo “Informe Delgado” (“Yo y la energía” – Ed. Turner Noema) para entender el porqué de esta afirmación.
En cualquier caso, sin duda, el proyecto Wardenclyffe marcó el principio del fin definitivo de nuestro héroe, tantas veces acostumbrado a caer y a levantarse, esta vez enzarzado en una lucha extenuante mientras otros aprovechaban sus patentes para alcanzar la gloria. Parafraseando la frase favorita de nuestro inventor en este legado digital, Wardenclyffe fue “la ruina de Tesla”.