Dicen que cuando en 1967 los expertos lograron descodificar el contenido de la cinta VHS y el Dr. John G. Trump visionó el teslablog correspondiente al número trece (número favorito de Tesla) realizó dos sesudas exclamaciones: “¡¿Pero cómo #$%&# sabía lo de los púlsares esos?!” y “¡¿Qué #$%&# hace Tesla con una botella de anis del mono y un huevo kinder en su escritorio?!”.
Es casi seguro que la segunda exclamación es apócrifa, pues hay dudas razonables de que el Dr. John G. Trump supiera realmente qué es el anís del mono, aunque tampoco se puede decir lo contrario. En cualquier caso, lo del huevo kinder se resolverá en próximos teslablogs. Por el contrario, lo de la relación entre Tesla y el anís del mono quedará como uno más de los misterios inescrutables asociados a nuestro inventor.
Pero la que si tiene todos los visos de ser cierta es la afirmación acerca de los púlsares, ya que fue precisamente en 1967 cuando estas maravillas del Universo fueron descubiertos y estaban en las portadas de muchos periódicos de la época. Así que, como bien hizo notar un analista aficionado a la astronomía durante las largas sesiones de discusión, nos hallamos ante una nueva incoherencia temporal: Tesla nos habla con total naturalidad de un tipo de objeto que no se descubrió hasta muchos años después de su muerte. No obstante, maneja un conocimiento bastante certero sobre estos fascinantes objetos, que constituyen uno de los pocos escenarios donde tiene sentido utilizar el tesla en lugar del gauss -ver Teslablog #12 – 2012-06-28T00:00:00, “Tesla y el tesla”. De hecho, el campo magnético de los púlsares puede alcanzar los cientos de millones de teslas. Como él mismo confiesa, Tesla ha hallado en los púlsares un objeto a su altura.