La afirmación :
“En 1899, mientras experimentaba con receptores inalámbricos de extraordinaria sensibilidad, detecté unas débiles señales procedentes de Marte, nuestro planeta hermano. No pude interpretar dichas señales, pero parecían sugerir un código numérico, uno – dos – tres – cuatro”. Nikola Tesla, 1935.
Fantástico Tesla. No solo detecta débiles señales procedentes del espacio exterior, sino que identifica su origen –Marte– e incluso cree interpretar en ellas un mensaje numérico. Un genio. Pero, una vez más, surge una duda: ¿Qué Tesla es el que afirma esto? ¿el científico ingeniero riguroso hasta lo neurótico o el que aseguraba haber desarrollado un “rayo de la muerte”?
Demos el bien ganado beneplácito de la duda al serbocroata y asumamos que es cierto que nuestro inventor recibió esa señal mientras trabajaba en sus laboratorios de Colorado Springs allá por el verano de 1899. Ahora bien, en la afirmación de Tesla subyacen tres cuestiones que merecen contestación: ¿tenía la señal realmente un origen extraterrestre?, ¿provenía de Marte?, ¿encerraba realmente un código numérico?