Para la mayoría de los analistas este teslablog es más que un videoblog: es todo un grito de orgullo de Nikola Tesla, un auténtico homenaje a su época en el que incluso no duda en incluir a su archienemigo, Thomas Alva Edison.
La excusa perfecta se la da un artículo publicado hace unos años en el que el autor llega a una conclusión indiscutible para nuestro protagonista: que no hubo mejor tiempo desde el punto de vista del avance tecnológico que aquel en el que convivieron el creador de la Torre Wardenclyffe y el mago de Menlo Park. Es más, que gracias a ellos la humanidad tocó techo.
El autor se pregunta cómo se ha desarrollado la tecnología desde el siglo XV hasta prácticamente nuestros días. El artículo defiende la idea no solo de que tiempos pasados fueron mejores desde el punto de vista de avance tecnológico, sino que además – y aunque pueda parecer sorprendente – estamos alcanzando un límite en el desarrollo tecnológico, un limite de marcado carácter económico. Lo que el autor hace es representar el ritmo de innovación en función del tiempo, para lo que define “ritmo de innovación” como el número de desarrollos tecnológicos importantes realizados cada año, dividido por el valor de la población mundial dicho año. Para ello toma los 7.198 eventos tecnológicos más importantes acontecidos desde tiempos medievales hasta nuestros días. Los resultados se ajustan muy bien a una curva que va ascendiendo de manera continuada hasta alcanzar un valor máximo entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX (como bien ensalza nuestro protagonista), para caer bruscamente a lo largo de todo el siglo XX y XXI.
Por supuesto, hay puntos que se alejan de este modelo general. Son años en los que hubo guerras, epidemias o hambrunas que diezmaron la población, crisis de materias primas, ciclos económicos, etc., pero también años en los que se produjeron desarrollos clave que aumentaron exponencialmente la innovación tecnológica, como el gran pico existente en la segunda mitad del siglo XVII coincidente con la vida y obra de Isaac Newton.
Se podría pensar que el motivo de este hundimiento tecnológico no sea tal y que el modelo refleje el aumento exponencial de la población en el último siglo pero, en realidad, este comportamiento no cambia especialmente si se prueba con otros indicadores. Según el autor, si en lugar de dividir el número de innovaciones por año entre el valor de la población mundial lo hacemos por el producto interior bruto per capita, o por el gasto en educación, el resultado es similar. Incluso el declive tecnológico del último siglo aumenta si solo se consideran avances tecnológicos de primer orden y no simples mejoras en la tecnología ya existente, o si exclusivamente se considera el número de patentes aceptadas (aunque en este caso el autor solo considera patentes americanas).
Conclusión: independientemente de los factores se consideren, parece claro que lo que consideramos innovación tecnológica se está frenando año tras año, algo que cuesta reconocer en la época de internet, de la telefonía móvil, o de los e-book. Pero, en realidad, nuestros hallazgos modernos se quedan cortos cuando los analizamos con perspectiva histórica, cuando los comparamos con la época de la corriente alterna, la bombilla, la radio, el teléfono, el fonógrafo, el cinematógrafo, las vacunas, la aviación, y tantas otras maravillas tecnológicas que se alcanzaron en los años dorados de Tesla y Edison. Una época de prodigios en la que, como reconoce nuestro inventor favorito, “parecía que el futuro se podía tocar con las manos”.